El bienestar comienza con las personas.

Alejandra Cruz

Centro SanaMente Empresarial

¿Si el bienestar es una estrategia clave, por qué en muchas empresas no es parte de la agenda?

Existen diversas barreras que dificultan la implementación del bienestar en las empresas. Algunas de ellas fueron tema de conversación en nuestro reciente conversatorio “De la NOM 35 al Bienestar Corporativo”, realizado en febrero, donde reunimos a líderes de Recursos Humanos de diversas organizaciones.

1. El bienestar como una prioridad opcional

Uno de los principales desafíos radica en las prioridades. Aunque reconocemos la importancia del bienestar y los indicadores como la rotación elevada, el clima laboral o los riesgos identificados en la NOM 35 pueden darnos señales de alerta, solemos tratarlo como un tema adicional en la agenda. Esto genera un dilema: por un lado, entendemos que el bienestar es parte de la cultura organizacional, pero, por otro, lo abordamos como una iniciativa aislada. Al situarlo como una opción en lugar de una necesidad estratégica, corremos el riesgo de verlo como un lujo y no como un pilar fundamental del negocio.

2. La falsa separación entre la vida personal y laboral

Otra barrera común es la creencia de que la vida personal y la profesional deben estar completamente separadas. A menudo, esperamos que las personas dejen sus problemas fuera del trabajo, ignorando que las crisis de la vida adulta —como pérdidas, problemas familiares o dificultades económicas— inevitablemente impactan su desempeño. En lugar de normalizar estas experiencias y brindar herramientas para afrontarlas, tendemos a invisibilizarlas, lo que genera entornos donde el malestar se oculta en lugar de gestionarse.

3. El miedo a abordar la salud mental sin ser expertos

Quienes impulsamos iniciativas de bienestar dentro de las empresas, muchas veces no somos especialistas en salud mental, lo que puede generar miedo o resistencia a abordar ciertos temas por temor a no tener las herramientas adecuadas. Sin embargo, esto no significa que debamos ignorarlos. Es clave involucrar a profesionales de la salud mental como aliados estratégicos para diseñar herramientas especializadas y enfoques que se integren de manera efectiva en la dinámica organizacional.

¿Cómo hacerle frente a estas barreras?

Para avanzar hacia una cultura organizacional donde el bienestar sea una realidad, aquí hay cinco acciones clave que pueden comenzar a hacer para marcar la diferencia:

  • Elevar el bienestar a una prioridad estratégica: Integrarlo en la agenda de liderazgo con indicadores claros que lo respalden, al igual que cualquier otra métrica de negocio. Uno puede ser la tasa de rotación voluntaria (% de colaboradores que renuncian por razones relacionadas al bienestar o clima laboral).
  • Normalizar el impacto de la vida personal en el trabajo: Abrir espacios de conversación segura donde las personas puedan expresar sus desafíos sin miedo a ser juzgadas o penalizadas.
  • Involucrar a especialistas en salud mental: Crear alianzas con expertos que puedan aportar herramientas prácticas y desarrollar estrategias de bienestar adaptadas a la cultura de la empresa.
  • Empoderar a los líderes como agentes de bienestar: Brindarles capacitación para que desarrollen habilidades de escucha, empatía y detección temprana de señales de malestar en sus equipos.
  • Medir y ajustar constantemente: Evaluar el impacto de las iniciativas de bienestar, escuchar activamente a las personas y hacer ajustes basados en datos y retroalimentación. Algunos KPIS pueden ser: Tasa de participación en programas de bienestar (porcentaje de colaboradores inscritos y activos en programas de salud, mindfulness, flexibilidad, etc.). 

El bienestar nos regresa a lo esencial: las personas

El bienestar corporativo no es solo una estrategia o un conjunto de iniciativas, es un recordatorio de lo que realmente importa en una empresa: las personas. Más allá de métricas y programas, se trata de crear entornos donde cada persona pueda sentirse vista, escuchada y respaldada.

Cuando colocamos el bienestar en el centro de la estrategia, dejamos de verlo como un beneficio opcional y comenzamos a reconocerlo como el pilar que sostiene equipos comprometidos, creativos y resilientes. Al integrar estas acciones en nuestra cultura organizacional, nos alejamos de la visión mecanicista del trabajo y regresamos a lo humano.

Porque cuando el bienestar se vive en la empresa, la productividad es una consecuencia, no una exigencia. La innovación surge de equipos que se sienten seguros. Y el compromiso se fortalece cuando las personas saben que importan.

Que cada decisión, cada conversación y cada acción refleje la prioridad que damos al bienestar. No solo porque genera resultados, sino porque es lo correcto. Porque construir empresas saludables es, en esencia, construir mejores espacios para vivir y trabajar.

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